Mi sueño como niño era hacerme comentarista de deportes, desde el momento en que pude comprender los deportes y hablar.  Recuerdo mirar el equipo local de las Menores Ligas de Béisbol, los Vermont Lake Monsters (antes conocido como los Vermont Expos).  Desde los asientos describiría lo que estaba pasando en la cancha.  Cuando el bateador se puso en su postura antes del lanzamiento, yo diría, “Él pone el bate abajo y comienza el intento.”  Entonces, cuando el bateador golpeó la pelota hacia los jardines para un hit, gritaría, “¡Oh guau, que golpea!”  Son memorias divertidas que me hacen reírme cuando pienso en esos.

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A pesar de soñar de estar frente al micrófono, no lo perseguí, al menos no al principio.  Fue introducido a la computación durante la escuela secundaria y decidí a perseguir esto en vez porque me parecía como un trabajo creativo en el cual podría hacer un gran impacto.  Además el mercado de empleos en el desarrollo de software era muy abierto, al contrario de la narración de deportes o aún el trabajo en la televisión en general, los cuales son tradicionalmente muy competitivos.

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Por eso asistí al Rochester Institute of Technology en el estado de Nueva York en los Estados Unidos y me gradué con un bachillerato en las matemáticas computacionales con asignaturas secundarias en las ciencias de computación y el alemán.  Yo pude conseguir un puesto de empleo como desarrollador de software, pero me sentía muy perdido todo el tiempo.  No me sentía satisfecho y no podía hacer buen trabajo pese a mis mejores esfuerzos.

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Necesitaba un cambio y me di cuenta de que tal vez fue correcto la primera vez.  Entonces salí del puesto y regresé a la universidad para perseguir un bachillerato en los estudios comunicativos.